Hay pacientes que no consiguen estar sentados más de media hora sin que les empiece a aumentar su dolor perenne, otros reflejan el problema que genera en la convivencia de pareja, no solo porque la actividad sexual se hace casi inexistente, sino que además el afectado cambia de carácter y está siempre irritado y de mal humor… ¡NO ES PARA MENOS! El Dolor Pélvico Crónico les hace imposible seguir con su día a día.
El síndrome del dolor pélvico crónico puede afectar a hombres y mujeres independientemente de su edad y puede llegar a ser muy incapacitante, entraña cierta complejidad a la hora de ser diagnosticado.
En muchos casos no se identifica la causa que origina el dolor y esto conduce a quienes lo padecen a un auténtico peregrinaje, de unos especialistas a otros, retrasando el diagnóstico y el tratamiento.
Sus causas son múltiples originadas en el aparato digestivo, urinario, genital o en el sistema neuromuscular.
Esas contracturas pueden llegar a afectar funciones tan primarias y básicas como la defecación y la micción alterando sus reflejos.
Según la sección de Suelo Pélvico de la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia) un 15% de las mujeres en edad reproductiva presentan dolor pélvico crónico y refieren como síntoma principal: La presencia de dolor continuo no resuelto y persistente en hemiabdomen inferior, periné, vagina, uretra, región vulvar y anal, con o sin relación con el coito, asociado o no a otros síntomas sugestivos de disfunción del suelo pélvico, y que afectan a su calidad de vida
El dolor percibido en el interior de la pelvis puede surgir como consecuencia de diversos mecanismos, muchos de los cuales aún no se conocen bien. Algunos procesos han sido ‘bien definidos’ a lo largo de los años y es muy importante identificarlos y tratarlos mediante una estrategia basada en pruebas científicas, por ejemplo, la neuralgia pudenda. Por consiguiente, han de llevarse a cabo pruebas complementarias básicas para descartar enfermedades ‘bien definidas’. Si los resultados son negativos, es poco probable que exista una de estas enfermedades.
En muchas ocasiones la causa inicial del problema ya no está presente porque fue tratada por el médico especialista y se curó, pero dejó secuelas en toda la musculatura pélvica y sus reflejos haciendo que se eternice ese dolor que cobra vida propia en un círculo vicioso que no tiene salida sin ayuda.
Cuando no se encuentra la causa principal, los médicos suelen recomendar un medicamento, un tratamiento hormonal o recurrir a una operación.
En cada caso de dolor pélvico crónico es necesaria una valoración específica y exhaustiva del paciente para entender la situación y poder detectar qué estructuras están fallando o cuáles necesitamos trabajar.
Si las causas tienen su origen a nivel muscular o esta región se ha visto afectada como comentábamos anteriormente, la fisioterapia puede ayudar bastante hasta lograr su total recuperación en la mayoría de los casos trabajando toda la estructura, relajándola y liberando posibles adherencias o tensiones.
Los fisioterapeutas somos los encargados de tratar toda la estructura abdomino-pélvica, reorganizar ese caos. Independientemente de la causa, solemos encontrarnos con componentes comunes como la hipertonía generalizada del suelo pélvico o contracturas de grupos musculares del mismo, con puntos que irradian dolor a otras zonas (puntos gatillo), retracciones fasciales y bloqueos estructurales.
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